Comprendiendo la Electrohipersensibilidad (EHS): Un viaje a través de la ciencia, los síntomas y el camino hacia el bienestar
Jose Funes
5/7/202515 min leer


La contaminación electromagnética es un tema que, hasta hace poco, vivía en la penumbra de la conciencia pública. Una especie de rumor digital, una preocupación de nicho. Sin embargo, para un número creciente de personas, no es una abstracción teórica, sino una realidad palpable, un adversario invisible que afecta su día a día de formas profundas y a menudo debilitantes: la electrohipersensibilidad (EHS). Esta condición, a menudo incomprendida, desestimada y envuelta en un halo de escepticismo, merece no solo ser reconocida, sino comprendida a fondo, anclada en el rigor científico que la sustenta y enriquecida por la experiencia vivida de quienes navegan sus desafíos.
Si estás leyendo esto, es probable que tú mismo, o alguien cercano, hayáis sentido esa extraña fatiga al usar el móvil, ese zumbido persistente en los oídos después de estar cerca del router, o esa niebla mental que parece disiparse al alejarte de la tecnología. No estás solo, y no es "todo mental". La ciencia nos está dando cada vez más respuestas.
¿Qué es la Electrohipersensibilidad? No es una fobia, es una respuesta física.
Olvidemos de entrada la idea de que la electrohipersensibilidad es simplemente miedo a la tecnología o una sugestión psicológica. Si bien el componente psicológico puede influir en cualquier condición de salud, la EHS es, según la evidencia científica más reciente y robusta, una condición neurológica objetivamente caracterizada y médicamente identificable [1]. Es, en esencia, una respuesta fisiológica adversa a la exposición a contaminación electromagnética (CEM). Imagina tu cuerpo como un sistema biológico finamente sintonizado con los ritmos naturales de la Tierra y el cosmos; la CEM es como un ruido estridente y constante que interfiere con esa sintonía.
Es un dato crucial que la EHS se presenta frecuentemente junto a la Sensibilidad Química Múltiple (MCS) [1]. Las investigaciones, como las lideradas por el Dr. Dominique Belpomme y su equipo, han observado que ambas condiciones comparten mecanismos fisiopatológicos comunes, lo que sugiere que podríamos estar ante manifestaciones de un síndrome neurológico único relacionado con la intolerancia a diversos factores ambientales [1]. Esta concurrencia no es casual; apunta a una desregulación subyacente del sistema nervioso y otros sistemas biológicos, exacerbada por exposiciones ambientales modernas.
¿Cómo se genera la Electrohipersensibilidad? La secuencia del proceso biológico
Aquí es donde a menudo surge la confusión. ¿Cómo algo que no quema ni calienta visiblemente puede causar tanto daño? La clave está en comprender la naturaleza de la CEM y cómo interactúan con nuestra biología a un nivel fundamental, casi cuántico.
A diferencia de los campos electromagnéticos naturales, como el campo magnético terrestre o la luz solar (que tienen propiedades más caóticas y amplios espectros), la gran mayoría de los artificiales –los de tu móvil, el Wi-Fi, las antenas de telefonía– son polarizados y coherentes. Esto significa que sus ondas vibran en un plano específico y lo hacen de forma muy ordenada y repetitiva. Esta cualidad particular les confiere una capacidad única para interactuar de forma disruptiva con ciertas estructuras biológicas.
Pensemos en nuestras células. Tienen membranas que son como pequeñas ciudades con "puertas" controladas. Muchas de estas puertas son canales iónicos, que permiten el paso de átomos cargados (iones como el calcio, sodio o potasio) dentro y fuera de la célula. Estos canales son vitales para procesos como la comunicación nerviosa, la contracción muscular y el mantenimiento del equilibrio celular. Existen unos canales muy importantes, los canales iónicos dependientes de voltaje (VGICs), que se abren o cierran según el voltaje eléctrico a través de la membrana celular.
Aquí es donde entra en juego la disrupción. La investigación sugiere que la CEM, debido a su polarización y coherencia, pueden "interferir" o "excitar" de forma anormal estos VGICs, especialmente los de calcio (VGCCs) [2]. Es como si el ruido artificial "engañara" a la puerta para que se abra cuando no debe, permitiendo una entrada excesiva de calcio a la célula. Este aumento descontrolado de calcio intracelular es una señal de alarma para la célula.
¿Qué sucede después? Se desencadena una cascada de eventos bioquímicos:
Estrés Oxidativo: El exceso de calcio activa enzimas que producen un exceso de especies reactivas de oxígeno (ROS), los famosos "radicales libres". Esto es lo que llamamos estrés oxidativo. Piensa en ello como si las células se estuvieran "oxidando" o "envejeciendo" prematuramente, dañando proteínas, lípidos y el ADN. Numerosos estudios han demostrado un aumento del estrés oxidativo en respuesta a la exposición a CEM, incluso a niveles muy bajos [1, 2]. Una revisión publicada en Environmental Research por Belpomme e Irigaray (2020) destaca la presencia de biomarcadores de estrés oxidativo en la sangre de pacientes con EHS [1].
Inflamación Crónica de Bajo Grado: El estrés oxidativo y el daño celular activan el sistema inmune a nivel local y sistémico, generando una respuesta inflamatoria crónica de bajo grado [1]. Esta inflamación no es como la de una infección aguda, sino una especie de "fuego lento" que socava la función de tejidos y órganos a lo largo del tiempo.
Alteración de Neurotransmisores y Función Nerviosa: Dado que los VGICs son cruciales para la función neuronal, su disrupción afecta la liberación de neurotransmisores y la señalización nerviosa [2]. Esto puede explicar síntomas neurológicos como dolores de cabeza, confusión, problemas de memoria y cambios de humor.
Daño en la Barrera Hematoencefálica: Algunos estudios sugieren que la exposición a CEM puede aumentar la permeabilidad de la barrera hematoencefálica [2], una especie de "aduana" que protege el cerebro de sustancias nocivas en la sangre. Si esta barrera se vuelve más permeable, el cerebro puede quedar expuesto a compuestos que normalmente no pasarían, contribuyendo a la neuroinflamación y los síntomas neurológicos.
En resumen, la exposición a CEM parece iniciar un proceso que comienza en la membrana celular con la disrupción de los canales iónicos, lo que lleva a un aumento del calcio intracelular, generando estrés oxidativo e inflamación. Esta cascada de eventos bioquímicos y celulares subyace a la variada sintomatología que experimentan las personas con EHS. No es una reacción al miedo, sino a una agresión biológica real a nivel celular y molecular.
Sintomatología: El cuerpo habla, aunque a veces no queramos oír
Como vimos, la sintomatología es un mosaico complejo y a menudo cambiante. No hay dos electrohipersensibles iguales, pero hay patrones recurrentes que nos dan pistas sobre los sistemas afectados. Los problemas más comunes, que a menudo se convierten en el pan de cada día para quienes viven con EHS, incluyen [1]:
El Desafío del Sueño: El insomnio es un compañero frecuente. La exposición a CEM, especialmente por la noche (teléfonos cerca, Wi-Fi activo), interfiere con la producción de melatonina, la hormona clave para regular el sueño [3]. Un estudio en el American Journal of Epidemiology (2007) encontró que el uso de teléfonos móviles se asociaba con alteraciones en los patrones de sueño [4]. Despertarse a mitad de la noche, dificultad para conciliar el sueño, sensación de no haber descansado... la noche puede volverse una batalla.
Dolores de Cabeza y Presión en la Cabeza: Una sensación de opresión, pulsación o dolor agudo que a menudo se localiza en las sienes o en la parte frontal de la cabeza, coincidiendo con la exposición a fuentes de CEM [1].
Niebla Mental y Problemas Cognitivos: Dificultad para concentrarse, lapsos de memoria a corto plazo, lentitud en el procesamiento de información, sensación de "tener la cabeza embotada". La disrupción neuronal y el estrés oxidativo impactan directamente en la función cerebral [1].
Síntomas Cardiovasculares: Palpitaciones, arritmias, cambios bruscos en la presión arterial. El sistema cardiovascular es sensible a las señales eléctricas, y la CEM puede interferir con su regulación [1].
Sensaciones Cutáneas Anormales: Picazón, ardor, enrojecimiento o sensación de hormigueo en la piel, a menudo en la cara u otras áreas expuestas [1].
Acúfenos y Problemas Auditivos: Zumbidos, pitidos u otros ruidos fantasma en los oídos (acúfenos) o una sensibilidad dolorosa a los sonidos (hiperacusia) [1].
Estos síntomas no son imaginarios; son la manifestación de las alteraciones biológicas que la CEM está provocando. Pueden ser intermitentes o constantes, leves o severamente incapacitantes, y en casos crónicos y sin manejo adecuado, pueden llevar a un deterioro significativo de la calidad de vida.
Medidas para mejorar: Reestableciendo la armonía natural
Aquí es donde mi enfoque diverge de muchas "soluciones" convencionales. La respuesta no está en "apantallar" o "bloquear" indiscriminadamente la radiación. ¿Por qué? Porque al intentar bloquear todo, corremos el riesgo de bloquear también los campos naturales beneficiosos y crear entornos artificialmente aislados que pueden tener sus propios problemas. Además, el apantallamiento a menudo es incompleto y puede incluso empeorar la situación al reflejar las ondas.
La estrategia que considero más alineada con la biología y la evidencia es el filtrado pasivo. Aquí es donde entra en juego la tecnología como los dispositivos Spiro. Estos dispositivos, lejos de ser "bloqueadores", actúan como filtros resonantes pasivos. Su funcionamiento se basa en la capacidad de ciertos materiales para generar un campo propio que, al interactuar con la CEM, logra despolarizarlos y restaurar su orientación natural (la de los campos naturales). No reducen la intensidad de la señal (tu móvil seguirá teniendo cobertura), sino que modifican la "calidad" de esa señal, haciendo que sea biológicamente más compatible.
Piensa en ello como si la señal del Wi-Fi o del móvil fuera una melodía cacofónica y agresiva para tu biología. Apantallar sería intentar silenciarla por completo, pero Spiro la "reorganiza" musicalmente para que siga siendo información (la conexión), pero sin el ruido disonante que te daña. Los estudios y la experiencia con usuarios de Spiro sugieren mejoras significativas en síntomas como el sueño, la variabilidad de la frecuencia cardíaca (un indicador clave de la salud del sistema nervioso autónomo), la estructuración del agua corporal y una reducción general del estrés fisiológico [5, 6].
Pero el filtrado es solo una parte de la ecuación. Reestablecer la armonía natural de nuestro cuerpo requiere un enfoque integral:
Grounding (Toma de Tierra): La Conexión Vital con la Tierra. Nuestros cuerpos están diseñados para interactuar con el campo energético natural de la Tierra. Caminar descalzo sobre hierba, tierra o arena que te conectan a la tierra a través del enchufe (verificando que esté bien conectado a tierra) permite que nuestro cuerpo se cargue con electrones libres de la superficie terrestre. Esto ayuda a neutralizar el exceso de carga positiva que acumulamos por la exposición a CEM y reduce la inflamación y el estrés oxidativo [7]. Un estudio en el Journal of Environmental and Public Health (2012) revisó la evidencia sobre los beneficios fisiológicos del grounding, incluyendo la reducción del estrés y la inflamación [7]. Es una medida simple, ancestral, y poderosa.
Abrazar la luz natural y gestionar la artificial. La luz del sol, con su espectro completo y coherente, es una fuente de energía vital. Exponerte a la luz solar (con precaución y sin quemarte, claro) ayuda a regular tus ritmos circadianos y fortalece tus sistemas biológicos. En contraste, la luz artificial, especialmente la luz azul de pantallas LED y fluorescentes compactos, interrumpe la producción de melatonina y confunde a nuestro reloj interno [8]. Medidas como usar gafas que bloquean la luz azul al atardecer y por la noche, cambiar las bombillas por opciones de espectro más cálido y minimizar el tiempo de pantalla antes de acostarse son fundamentales para proteger tu biología, especialmente si eres sensible a la CEM.
Optimizar tu entorno Interior: Crear Santuarios Electromagnéticos. Tu hogar debe ser tu refugio. Reduce drásticamente la exposición en los lugares donde pasas más tiempo, especialmente en el dormitorio.
Cablea tu conexión: Sustituye el Wi-Fi por conexiones Ethernet cableadas siempre que sea posible para ordenadores, televisores y otros dispositivos si no tienes Spiro. Si necesitas Wi-Fi, apágalo por la noche y cuando no lo uses.
Teléfonos móviles: Nunca duermas con el móvil cerca de la cama, ni mucho menos cargando (un teléfono cargando emite CEM significativa). Usa el manos libres o el altavoz para las llamadas.
Desconecta lo que no uses: Muchos aparatos eléctricos emiten CEM incluso cuando están apagados pero enchufados (el llamado "standby"). Desenchúfalos o usa regletas con interruptor.
Ojo con la "Electricidad Sucia": Los aparatos electrónicos modernos, reguladores de intensidad (dimmers), inversores de paneles solares e incluso ciertas bombillas pueden generar ruido de alta frecuencia en el cableado eléctrico, lo que se conoce como electricidad sucia o "dirty electricity". Este ruido también emite CEM y puede ser problemático. Identificar las fuentes y, si es necesario, utilizar filtros específicos para electricidad sucia (distintos de los filtros Spiro, que abordan la radiación ambiental) puede ser útil [9].
Electrodomésticos: Mantén distancia de electrodomésticos que emiten campos magnéticos fuertes, neveras (la parte trasera), lavadoras y secadoras. Evita el microondas.
Nutrición y soporte celular: Una dieta rica en antioxidantes, vitaminas y minerales es fundamental para ayudar al cuerpo a reparar el daño celular causado por el estrés oxidativo y reducir la inflamación. Alimentos frescos, verduras de hoja verde, frutos rojos, frutos secos y fuentes de omega-3 son tus aliados. Considera suplementos específicos bajo supervisión profesional.
Gestión del estrés: El estrés crónico, independientemente de su origen, debilita el cuerpo y reduce su capacidad para hacer frente a las agresiones ambientales. En el caso de la EHS se da además un fenómeno de hiperreactividad del sistema nervioso que conlleva el llamado Síndrome de Sensibilidad Central. Técnicas como la meditación, el yoga, o simplemente encontrar actividades que te relajen, son cruciales para fortalecer tu resiliencia general.
Pasa tiempo en la naturaleza: Los campos electromagnéticos que puedes encontrar en un entorno natural serán muy beneficiosos para reforzar el proceso de despolarización y restablecimiento de la señalización celular correcta.
Combinar el filtrado pasivo con Spiro con un conjunto de medidas proactivas para reducir la exposición y fortalecer tu biología es, en mi experiencia y según la evidencia disponible, el camino más efectivo para mitigar los efectos de la EHS y recuperar bienestar.
Amparo legal y médico: La brecha entre la ciencia y la realidad institucional
Aquí es donde encontramos uno de los mayores desafíos para las personas con EHS: el reconocimiento y el apoyo institucional no siempre van de la mano con la evidencia científica acumulada.
Como mencioné, la Organización Mundial de la Salud (OMS), si bien ha reconocido la EHS como una "condición discapacitante", ha mantenido una postura ambigua sobre sus causas, declarando la falta de criterios diagnósticos claros y una base fisiológica aparente. Esta postura, a mi entender, no refleja adecuadamente el cuerpo de investigación que sí ha identificado biomarcadores objetivos y mecanismos fisiopatológicos, como los hallazgos de estrés oxidativo, alteraciones de neurotransmisores y cambios en el flujo sanguíneo cerebral observados en personas con EHS en estudios rigurosos [1].
Esta discrepancia crea una brecha significativa. Por un lado, tenemos a la ciencia que, paso a paso, valida la existencia de la EHS como una respuesta fisiológica a la CEM [1]. Por otro lado, tenemos sistemas de salud y marcos legales que, en muchos lugares, aún no reconocen plenamente la condición o no ofrecen el soporte adecuado. Esto se traduce en:
Dificultad para obtener un diagnóstico: Muchos profesionales médicos no están formados en EHS y pueden desestimar los síntomas o atribuirlos a causas psicológicas, retrasando o impidiendo un diagnóstico correcto.
Falta de protocolos de tratamiento estandarizados: Al no haber un reconocimiento pleno, no existen guías claras para el manejo médico de la EHS dentro del sistema de salud convencional.
Ausencia de adaptaciones en entornos laborales o educativos: Las personas con EHS a menudo necesitan adaptaciones en sus lugares de trabajo o estudio (zonas con baja exposición, cableado, etc.), pero la falta de reconocimiento legal dificulta la exigencia de estas adaptaciones.
Problemas para acceder a beneficios por discapacidad: Demostrar que la EHS es una condición discapacitante puede ser un camino arduo sin un reconocimiento oficial claro.
Sin embargo, no todo es inmovilismo. Como señalé, organizaciones médicas y científicas internacionales como la European Academy for Environmental Medicine (EUROPAEM) han emitido guías clínicas para la EHS [10]. El Consejo de Europa ha recomendado su reconocimiento como discapacidad [11]. Y en algunos países y regiones, ha habido avances puntuales en el reconocimiento legal o en la implementación de medidas de precaución.
El desajuste persiste, en parte, debido a la influencia de intereses económicos ligados a las tecnologías inalámbricas y a una interpretación cautelosa por parte de organismos oficiales que a menudo exigen un nivel de "certeza" científica que, en la investigación de los efectos a largo plazo de exposiciones sutiles, puede llevar décadas alcanzar. También influyen la heterogeneidad de los síntomas y la falta de biomarcadores universalmente aceptados, aunque la investigación en este campo está progresando.
Es fundamental seguir impulsando la difusión de la evidencia científica, educando a la comunidad médica y abogando por políticas públicas que reconozcan la EHS y protejan a las personas afectadas. La salud pública debería basarse en el principio de precaución, especialmente ante tecnologías cuya seguridad a largo plazo aún se debate activamente en la comunidad científica independiente.
Conclusión: Un llamado a la comprensión, la acción y la evaluación personalizada
La electrohipersensibilidad es una condición real con una base biológica que afecta la vida de miles de personas. La ciencia avanza en la comprensión de sus mecanismos y la identificación de marcadores objetivos. Es fundamental que la sociedad, las instituciones médicas y los marcos legales se pongan al día con esta evidencia, ofreciendo el apoyo y las adaptaciones necesarias para quienes la padecen. Más allá del reconocimiento formal, la implementación de medidas de reducción de la exposición a CEM y la promoción de estrategias de filtrado pasivo y fortalecimiento del cuerpo son pasos cruciales hacia el bienestar de toda la población en un entorno cada vez más saturado de campos electromagnéticos.
Comprender la EHS desde una perspectiva científica rigurosa es el primer paso para despojarla del estigma y abordarla de manera efectiva. Saber cómo la CEM afecta tu cuerpo te da el poder de tomar medidas conscientes para mitigar esa exposición y fortalecer tu resiliencia biológica.
Sin embargo, la electrohipersensibilidad es una experiencia profundamente individual. Los niveles de sensibilidad varían, y las fuentes de exposición problemáticas pueden ser muy específicas para cada persona y entorno. Por ello, te recomiendo encarecidamente buscar una evaluación personal y de tu espacio. Un profesional con experiencia en el campo de la contaminación electromagnética puede ayudarte a valorar tu nivel de electrohipersensibilidad, identificar las fuentes de radiación más problemáticas en tu vivienda, entorno y espacio de trabajo, y determinar las necesidades específicas para ti. Esta evaluación personalizada es clave para implementar las medidas más efectivas, ya sea ajustando tu configuración tecnológica, optimizando tu entorno de descanso o trabajo, o utilizando herramientas de filtrado pasivo como Spiro de manera estratégica, adaptadas a tus circunstancias únicas. Es un paso fundamental para pasar de la comprensión general a la acción dirigida y efectiva en tu camino hacia el bienestar.
Tu experiencia, tus síntomas, son la evidencia más directa de la interacción entre tu biología y el entorno electromagnético moderno. Confía en lo que sientes, busca información basada en la ciencia independiente y rodéate de profesionales y una comunidad que te comprendan y apoyen.
El camino hacia el bienestar con EHS es un viaje de autodescubrimiento, de adaptación constante y de reivindicación de tu salud. No estás solo en esto, y cada paso que das para reducir tu exposición y fortalecer tu cuerpo es un acto de profundo autocuidado y empoderamiento. La ciencia está de tu lado, y cada vez más personas lo están también.
Referencias
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Parliamentary Assembly of the Council of Europe. Resolution 1815 (2011). The potential dangers of electromagnetic fields and their effect on the environment. 2011 May 27. (Referencia a la resolución del Consejo de Europa).